lunes, 4 de enero de 2010

Teebar




Hace muchos años, que tengo dos hermanas.
Tengo una hermana de ojos oscuros como la noche… quizás sea lo más oscuro que tiene, porque todo lo demás en ella, es risa y luz.
Tengo una hermana que escribe al revés…
Que canta fonemas, que tiene el ritmo tiñéndole la piel.

La pequeña solía escalar de noche mi cama, para dormir junto a mí. Sentía sudorosa su piel suave, pidiéndome un hueco, empujarme. Sus ricitos adornaban lo demás.
Solía cantarme canciones del niño muerto… y me preguntaba “¿tu pueblo no canta historias de cómo nació?”.
Era hermosa después de la muerte.
Era Hermosa incluso Después de la Muerte.
Así se llamaba, y hermosa se quedó incluso después de haber caído a un pozo de pequeña. Superviviente. Hermosa siempre. Con su risa brotando de las paredes, del agua, de los peines. Siempre dispuesta a las buenas conversaciones, a dar cariño. A no llorar delante de la gente. A estudiar mucho para curar a los demás. A ser valiente.
Se llamaba Hermosa Más Allá de la Muerte.

La mayor era un Río de Agua que Ríe.
Y su carácter fuerte adornaba sus aires de niña mujer presumida.
Ella cargaba con otra suerte. Tenía un destino escrito en el techo de su casa, y cada noche al acostarse, lo miraba. Lo encaraba, para que no se le olvidara.
Y se llamaba Agua que Corre y Ríe, pero dejó de sonreír con tanto sonido.
Ella tenía otro destino. Otra madre. Otra casa que llevar para delante.
Las cabritas dejaron de ser sus amigos, para ser alimento.
Los hombres dejaron de ser personas, para ser seres superiores casi divinos.
A ella le encantaba bailar, estar guapa. Y su carácter y corazón de fuego, su cariño, su mirada soberbia de amor y libertad, estaban sometidas a unas creencias hechas con arena. Y tuvo que meter sus ganas de volar debajo de los mantos.
Tenía más o menos mi edad cuando ser mujer nos diferenció tanto.
Yo tenía una hermana preciosa hecha de siroco y fuego, que dejó un día de bailar.

Yo era blanca y de ojos grandes cuando sus manos se enlazaron por primera vez entre las mías. Yo era muy niña cuando conocí a mis hermanitas.
Con ellas aprendí valores inescrutables.
Con ellas aprendí a luchar.




Yo tenía dos hermanas que no tienen identidad estatal.
No tienen pasaporte, papeles, dinero, casa o bienes materiales. Pero poseían unos corazones indomables.

Cada gota de agua les costaba una de sudor. Cada bocado de comida, el ayuno de mañana.
Cantaban haciendo bailar la lengua en grito de guerra, tocando las palmas.
Eran vaporosas musas de tela, hilo, jaima y melfa.
Se inmolaban cada tarde en el ocaso corriendo hacia el sol. Las dunas cambiantes, siempre, lo impedían. Pues el sol no esperaba, cada tarde inmortal, se escondía.

Mis hermanas lloraron conmigo el último día que las vi. Lo admito; tuve que soltar sus manos.
Las miradas dolorosas y desamparadas que dicen adiós para siempre, no se olvidan.

Mis hermanas tenían el corazón partido en dos.
Yo siempre me partía con ellas.




Este año, el destino, mi pasión, mi libertad, las ganas de huir y de echar a volar, en fin: mi yo y mis circunstancias, me llevaron a tierra marroquí.
Volví renovada, volví feliz, aunque para ello tuve que cerrar diez mil veces mil la boca y los ojos, voltear la cara, y mirar hacia otro lado.
Cuando mi voz y mi boca dicen “Marruecos me ha enamorado”, un tercio de mi corazón, vomita.
Es como haberlas traicionado.
-Comí en la boca del lobo carne de cordero, mamá oveja.-
Y he vuelto para contarlo.

Me avergüenzo.
Pero ellas son ajenas hoy ya a tanta muerte, tanta desesperación absurda de mi vida, y a tanta idiotez diaria, que me excuso, me perdono, y miro de frente cuando llaman al hablar con ellas.

No saben que fui a Marruecos.
No saben que el añil turístico y lujoso de Assilah tiñe hoy mis retinas; para siempre.
No puedo negar lo evidente: yo también soy carne y anatomía entre la gente.

Rebelde, eso sí, no pude dejar de ser rebelde. Hablé el prohibido dialecto hansaní de las gentes de occidente. No sé hablar marroquí, sé hablar como la gente del desierto, que llora, gime y crece.
Fue peligroso; miradas de gasolina ardían mis retinas. Mártires abrazados a mi cuerpo. Pero era turista; intocable, inmortal, idiota, sorda ante los insultos que bien entendía.

Cada luna marroquí os la dediqué con un beso.

Las personas somos tan vulnerables…

Perdonadme. Volveremos a vernos, volveré a luchar por nuestros ideales. Seremos siempre una causa sin pérdida brillante en una laguna. Seremos antorchas internacionales que cantan canciones de guerrilla.
Seremos una voz.
Seremos Sáhara victoriosa y no vencida.
Seremos siempre hermana, hermano, mamá y papá de España, de Sevilla. Salvavidas: FAMILIA.





El pueblo saharaui lleva 30 años expulsado de sus tierras por el gobierno marroquí. Razones: ocupación del territorio.
Se asentaron entre las dunas del desierto del Sáhara Occidental, en casas de tela (jaimas) y chozos de adobe (para los abuelos, miembros honoríficos de la familia, o los hombres).
Viven bajo condiciones inhumanas indeseables, violados ya sus derechos humanos por parte de las autoridades marroquíes, el pueblo saharaui lucha, con un grito apagado, apaleado; y sobrevive.
Las nuevas generaciones nacidas en el desierto nacen con el grito de guerra como canto de cuna, los granitos de arena incrustados en los ojos, el agua no potable corriendo por sus venas… el alma y el coraje siempre puestos de pie.
Las nuevas generaciones cantan las historias de su tierra.
Desean volver a casa, al hogar que nunca tuvieron, a una tierra que deja de mirarles para volverles la espalda y darles un duro golpe.
La ONU no “puede” hacer nada.
España “permitió” que la expulsión pasase.


La luna abandonada en el desierto tiene color rojo sangre.



El pueblo saharaui, grita.

Los ancianos no vivirán el regreso.
Caminaron sin poder mirar atrás, como huyendo de Somorra y Gomorra.
Perseguidos por heraldos negros de fuego, de balas de cañón, de perros fieros… perseguidos por la masacre, el genocidio, la muerte, la tortura, la violación… la angustia de la huída.
Sus hijos cayeron por el camino… y sus pies seguían descalzos. El camino fue horrible, y el horror estaba escrito en la sequedad de sus bocas sedientas exhalando la vida.

El mar ha llegado a vomitar camellos.” El mar tiene fosfatos, pues vomita sus ballenas y sus peces y los vara en la orilla de minerales.

Entonces, cuando el cenit de su guerra halle la victoria, los viejos gritarán: “Los vencimos en la oscuridad, y murieron los nuestros como todos, los nuestros murieron. Los casamos con las mujeres vírgenes del paraíso, y allí eligen de lo que hay, lo mejor”.







Una anciana acuna a una niña de destino incierto: “Se levanta la tela de la jaima, y se asoman los corderitos blancos, ¿qué es? ¿Qué es pequeña? Se levanta la tela… la tela de la jaima… y se asoman los corderitos blancos, los corderitos blancos, se asoman… es… La sonrisa.”

(Los tesoros que perdí).




Luego toman el té moruno: el primero amargo como la vida, el segundo dulce como el amor y el tercero y último... suave como la muerte.
Dice: “Sí, me mareé, pero ya me he recuperado.” Y en esa frase, lentamente, mueren y nacen muchas cosas tangibles.




“Enterramos y visitamos aquí a nuestros muertos, y todos vamos a verlos… y cuando volvamos a nuestra tierra, nos lo llevaremos con nosotros y los enterraremos en “Seguía El Hamra”.


Y yo fui a Marruecos… realmente el orgullo marroquí de la ocupación del Sahara se respira en el ambiente.
Es tan peligroso amar lo exiliado…
El silencio aborda los gritos ahogados de las voces sin nombre que habitan los desiertos del Sáhara.
Los llaman refugiados.



(foto Google)




En el 92 empezaron a maltratar al saharaui. Los Croacia, que es como llaman a los policías, encerraban, maltrataban pegaban y casi mataban a todo tipo de personas: no importaban si eran niños, niñas, ancianos, ancianas, o jóvenes... eran maltratados porque eran saharauis.
Entonces se incentivó el mal, el racismo, la xenofobia, las diferencias y la violencia.


La enemistad habitaba todas las casas, no había cuartel, la enemistad crepitaba en todos los corazones; tan sólo se libraba la ingenuidad de la infancia.






Aminetu Aidar, en la Intifada (oelada de violencia), jugó un papel muy importante, como suma activista, luchadora sin tregua, voz de todas las voces sin nombre: “Me matareis, pero nunca conseguiréis matar mis ideas”.
Declara en una entrevista para el documental: “Para todo el pueblo saharaui, la ONU significa traición. Marruecos sufrimiento. España responsable. ¿El miedo? No sé, yo reto al miedo, no tengo miedo, lucho para quitárselo al pueblo saharaui, el miedo es de los débiles, el pueblo saharaui no es débil.
Sacrifico mi vida entera por esta causa.”
Cuando le preguntan qué significa para ellas la maternidad: “Para cualquier mujer saharaui maternidad es sufrimiento, ninguna mujer saharaui disfruta de la maternidad.”



La situación de la mujer es espeluznante. Cuando sus maridos, padres, hijos y hermanos se fueron a la guerra, a luchar por su libertad, ellas tomaron el desierto.
Tienen brazos fuertes para construir un pueblo, para abrazar a sus hijos, para ayudar a parirlos, para amasar el pan, tejer la jaima, portear el agua y conducir el rebaño de cabras.
Tienen los labios carnosos para contar historias, para callar sus desgracias, para callar sus injusticias de mujer, para besar con ternura, para cantar epopeyas, para rezar con devoción, para beber de un sorbo el té.
Las mujeres saharauis tienen los ojos oscuros y pardos… para mirar con profundidad, para mirar con pasado, con historias, con sueños. Para esconder bajo ellos la cara inolvidable de sus muertos, evocar a su Dios, otear el horizonte buscando la esperanza, y para saber decir adiós sin lágrimas.
Tienen un destino marcado. Unas reglas de la casa. Unos sueños que esconder bajo la melfa, junto con su cuerpo de musa tostada.
Y otras, luchan.




Mujeres con cabezas rotas.
Llanto.
Mujeres y niños que están hechas de llanto.
Majzén, el gobierno de Marruecos, les impide sonreír de oreja a oreja. Maltrata al pueblo quebrado.


Es delito hablar con los saharauis.








Testimonio:
  • Fatma y Mamia Salek, junto con otras mujeres, durante 17 años fueron encarceladas en distintas celdas de la comisaría y las cárceles marroquíes.
La compasión eran 15 minutos con los muertos y la mortaja.
Sólo tenían 14 y 16 años respectivamente cuando fueron detenidas junto con su familia, simplemente por su condición saharaui.
Presenciaron la muerte de sus padres en dichas celdas.
17 años de tortura diaria.
Distintos tipos de torturas.
Cuando pudieron salir viajaron en una patera hacia las Canarias, donde pidieron asilo. Auxilio.
Ellas afirman haber vivido una verdadera diáspora.


  • En 1993 un informe marroquí afirma que no murieron más de 80 personas aproximadamente, salvo unos pocos desaparecidos.
Mentiras.




Hay que seguir luchando contra la corrupción, la violación de los Derechos Humanos del pueblo saharaui.










Nosotros podemos marcar la diferencia. Ellos no pueden.





Sahara libertad, POLISARIO vencerá.





Música:
Mi madre cancion de Dácil
De Mariem: hassansahara neb giva
Danza de smara baba

(Foto Google.)




IDG
5-enero-2010
Inspirado:


Teebar, retraro de mujeres
Canal Sur 2 Andalucía, 5 Enero, 00:00 h, 2010
Colabora: Asociación provincial de Sevilla Amistad con el pueblo saharaui 2007








6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bonito, me ha encantado... y aunque yo por ahora no pisara marruecos ni regalado..., hicistes bien en ir, no puedes cerrarte puertas nunca. Siempre es bueno conocer la otra parte. Aunque... si me lo permites.. el orden del té es...: el primero amargo como la vida, el segundo dulce como el amor y tercero y ultimo... suave como la muerte. Me lo dijo un saharauis que vive en Dos Hermanas que tenia pensado presentarte y que te invitara a té... pero nunca estas disponible. Un saludin mio y de Saphia.
Sergio.

Anónimo dijo...

Gracias cielo,
Este 2010 viene planteado desde otras perspectivas, déjame tomar el té un día con vosotros :)
Corrijo ;) Gracias! Pues lo puse porque tenía un delantal así cosido, que lo ponía así, aunque yo sabía o creía saber, que el amargo era como la vida.
Un beso, feliz año para los dos;
no os olvido!

Inma

María Dolores Díaz Noguera dijo...

A mi también me ha gustado mucho. ¡¡¡Enhorabuena!!

Anónimo dijo...

ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy, mi niña que la quiero, es precioso el reportaje. Me ha gustado mucho, a Suadu y Tafrag-zeina les encantaría.¡¡¡ Felicidades !!! Tu mami

Anónimo dijo...

Curiosidades de la vida...

Buscando actrices para mi cortometraje vengo a caer aquí. Qué cosas.

Un besillo, Carlos Zúmer.

Ascen dijo...

Me encantas y lo sabes, todo lo que haces tiene un toque especial. De tu querida amiga Ascen. sigue asi wapa, un bessso

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