En este mismo Centro, su hermano (mi tío) ejerció de Director hace ya algunos años.
En dicho Centro, trabajó su mujer y hoy se la recuerda con cariño y con la presencia de una placa de azulejos preciosa cruzando un pasillo.
Allí trabaja aún su hermana, cuñada de mi tío, de maestra de música.
Y allí trabajó la hermana de mi madre también algunos años.
E innumerables amigos y conocidos, entre ellos Calixto Sánchez el cantaor, y su mujer, que ambos fueron mis tutores de la infancia; pues he estudiado obviamente allí.
Mi madre siempre ha mantenido la esperanza puesta en mí, de que sea maestra o profesora. Ella me ha visto dar clases en su Colegio, tanto en mi curso de Primero, como este año realizar allí las prácticas del Prácticum, he incluso ahora, continúo yendo, ayudando a preparar una obra de teatro que están preparando los niños de D.Antonio (que representarán la próxima semana del 25 al 27 en la Casa Cultura de mi pueblo).
Y siempre ha podido comprobar (y le han dicho), lo bien que se me da la enseñanza. "Ojos de madre", le digo yo. Pero una no, una parte de mí sabe que es cierto; pero por alguna extraña razón que algún día obviaré, reniego de la idea de ejercer en la enseñanza.
No estoy en Pedagogía por vocación primaria (por desgracia), pero he de admitir que me encanta lo que hago, y que gracias a no conformarme con poco, estoy intentando conseguir más: quiero llegar cuanto más lejos mejor, sin herir el espacio o las expectativas de nadie.
Por ello estoy trabajando activamente de alumna interna en el Departamento de Teoría e Historia de la Educación y Pedagogía Social, me implico en Jornadas, Reuniones, etc., e incluso he tenido la ocasión de ofrecer Ponencias, Talleres y Comunicaciones en algunas Jornadas.
Intento aprender, no sólo aprobar. Y miro hacia un futuro un poco incierto, pero apetitoso.
De momento, el año que viene me voy de Erasmus a Francia, y allí estudiaré no sólo Pedagogía, sino también la carrera de Teatro.
Y así sucesivamente.
No sé si le daré el gusto a mi madre de ser tarde o temprano maestra. Tampoco es que me disguste (creo que una parte de mí sabe que es sólo una rebeldía pasajera hacia la profesión que tanto ha marcado a mi familia materna)... Me encantan los niños, los ancianos, las personas en general. Y me encanta la docencia, cada día es un reto nuevo, irrepetible e imprevisible: eso me encanta.
Sé que es una agradable posibilidad (a pesar de lo que me digan profesores como el de Orientación Educativa, y eche por tierra mis sueños laborales, diciéndome que estoy perdiendo el tiempo en esta carrera...).
Por ello, no hace mucho tiempo, le regalé a mi madre un famoso libro del autor de "las cenizas de Ángela" (McCourt), su bestseller de 2006: "El Profesor".
El otro día, para la maketación del trabajo para Orientación, a modo de introducción introduje un párrafo de este libro, pues me acordé de él y de sus múltiples enseñanzas:
“Llevo diez años ejerciendo la enseñanza, tengo trenta y ocho años, y si debiera evaluarme a mí mismo diría: estás dando de ti lo que puedes. Hay profesores que enseñan y les importa un pedo de violinista lo que piensen de ellos sus alumnos. El temario es rey. Estos profesores son poderosos. Dominan sus aulas con una personalidad respaldada por la gran amenaza: la del bolígrafo rojo que escribe en el boletín de notas el temido suspenso. Lo que dan a entender a sus alumnos es: Soy vuestro profesor, no vuestro orientador, ni vuestro confidente, ni vuestro padre. Enseño una asignatura: la tomáis o la dejáis.”
Frank McCourt (2005) “El Profesor”.
[Añadiría yo conforme según pasa el libro: ]“¿Es éste, acaso, mejor profesor que yo?¿Dónde está la calidad?”
Al fin y al cabo, de esto trata el libro, que recomiendo encarecidamente:
en el libro, el autor relata sus treinta años de docente en un instituto de secundaria de Nueva York.
(Dice el diario 20minutos sobre el libro:)
«Me cuesta mucho estar serio; sin humor, todo lo que he escrito podría haber sido de depresión». Así comenzó ayer Frank McCourt la presentación de su tercer libro, El profesor, en el que narra sus 30 años de experiencia docente en Nueva York.
McCourt, que ahora tiene 66 años y ya está jubilado, se convirtió en escritor de fama mundial con Las cenizas de Ángela, libro con el que ganó el premio Pulitzer y en el que narraba su mísera infancia en Limerick (Irlanda) –con un padre borracho que les abandonó y una madre que vio morir a tres de sus hijos–. Y repitió éxito con la segunda parte de sus memorias, Lo es.
Escritor por sus alumnos
En El profesor, un libro sobre «el trabajo más duro del mundo», McCourt cuenta sus métodos para ganarse a los alumnos –el primer día de clase se comió el bocadillo que le tiraron al suelo– y cómo se adaptó a su nueva vida: «Tardé 15 años en sentirme a gusto como profesor». Pese a ello, asegura que se convirtió en escritor gracias a sus alumnos: «Me apodaban el irlandés, aprendí de ellos a decir la verdad y empecé a escribir porque ellos me lo pidieron».
El libro se centra en su vida profesional e incluye fuertes críticas al sistema educativo estadounidense, pero no deja de ser autobiográfico: «Lo he novelado y he cambiado algunos nombres, para evitarme querellas; por ejemplo, de dos ex esposas», dijo el escritor con una sonrisa.
Sabías que...
Pierce Brosnan: Quiere convertirse en Frank McCourt en la película que se rodará sobre El profesor. «¿Creéis que es lo suficientemente guapo?», bromeó ayer el escritor. Brosnan ya se postuló para hacer de padre en Las cenizas de Ángela (foto de abajo) y no logró el papel.
‘Las cenizas...’: El primer libro de memorias del escritor vendió más de 17 millones de ejemplares en todo el mundo.
Cóctel McCourt: Un hotel de Londres ha creado una bebida con su nombre; lleva whisky irlandés, granadina y caramelo. El escritor era un amante de las pintas irlandesas, pero una alergia le impide ahora tomar cerveza.
En fin... es estremecedor, os lo recomiendo, como ocio y como guía-instrumento.
Aquí les dejo un link gratuito de descarga de la novela:
UN ABRAZO A TODOS, y suerte con los exámenes. Y disfruten :)
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