lunes, 9 de noviembre de 2009

DIARIO DE UN ASCENSO...

1º Imagináte que te han elegido director/a. ¿Cómo ha sido ese proceso?
2º Qué tienes que hacer en tu centro.
3º ¿Qué clase de director quiero ser? Para contestar esta cuestión voy a seguir las siguientes frases:
-Identidad: "Yo soy..."
-Valores y convicciones: "Creo que..." ;"Para mí es importante..."
-Competencias: "Sé hacer bien..." ; "Conozco bien..."
-Comportamientos y acciones: "Hago..."
-Contexto: "trabajo con...";"desde hace..."
Se trata de que te pongas en el papel de este director/a. Por supuesto, no olvides la LOE.


Diario de un ascenso…

¡¡Por fín soy Directora!!


Tras largos años de experiencia laboral, y tras muchos quebraderos de cabeza plateándome esta posibilidad… Ya sabeis, me armé de valor y durante el plazo de Elecciones en el cual se avisa al sistema de Inspecciones, presenté mi candidatura y mi Programa a presentar. Gracias al apoyo de mi familia pude hacer el curso de preparación a dirección de la Junta de Andalucía y me formé con éxito.
Y la verdad, es que uno de los momentos más emotivos fue cuando en el Claustro de Profesores de mi Centro, el Colegio Público Reina Isabel de la Luna, la mayoría de mis compañeros y compañeras me votaron favorablemente con una sonrisa cálida en sus caras frías debido a que por aquellas fechas, aún no estaba arreglada la caldera, y lo cafés humeantes cargaban el ambiente tenso.


Y salí elegida Directora.


Tenía mi horario mínimo como docente que cumplir, pues doy clases a parvularios. Y luego disponía de unas horas fijas de dirección, en las que podía encargarme de mis tareas estrictamente directivas:

Lo primero que hice, previa comunicación al Claustro de profesores y al Consejo Escolar, formulé la propuesta de nombramiento y cese a la Administración Educativa de los cargos de Jefe de Estudios (cargo para Doña Inés Gómez, servicial siempre y funcional al cien por cien en su trabajo) y de Secretario (para Don Manuel Haro, por sus cualidades para dicho papel y sus aptitudes y actitudes para ello), ambos docentes en mi ya nombrado Centro.

Con el tiempo me fui acostumbrando a la extraña sensación que da representar a la Administración Educativa… hacerle llegar a ésta los planteamientos, aspiraciones y necesidades de la Comunidad Educativa, como la necesidad de reducir las guardias en los recreos, de arreglar las calderas de la Sala de Profesores, de aumentar el abastecimiento de las máquinas de café y algunas propuestas educativas como nuevos itinerarios y excursiones con fines educativos.

Fui coordinando las actividades del Centro, y aunque me costó un poco al principio, procuré ser lo más imparcial y justa posible con todos mis compañeros y sus propuestas y actividades; así como velar y garantizar que las leyes y disposiciones vigentes fuesen respetadas y debidamente cumplimentadas por la Comunidad Educativa, para establecer la seguridad necesaria en el quehacer laboral.


Me gustó mucho tener que esforzarme por apostar e impulsar aquellos proyectos innovadores que me ofrecían impartir, y agudizaban el valor pedagógico de cada una de las actividades previstas del proyecto educativo del Centro. También anduve revisando más a fondo los problemas intragrupos, y buscando nuevas soluciones y resolución de conflictos con la ayuda del equipo de psicólogos, pedagogos y psicopedagogos del cual disponía el centro, favoreciendo así la paz y la convivencia entre los alumnos/as e incluso entre profesores si se daba el caso.

Me gustaba vigilar los recreos en mis ratos libres y ayudar a los niños a jugar sin complejos con las niñas y viceversa, a separarlos en sus peleas y ayudarles a razonar sus diferencias, ayudando a los niños y niñas solitarios a integrarse en los grupos más afables, y disfrutaba mucho sentándome bajo los árboles y el precioso jardín del Huerto Escolar que ayudé yo misma a construir con el tiempo, gracias a un eficiente proyecto presentado por una de mis compañeras de trabajo.


La verdad es que el Huerto Escolar fue uno de los más grandes aciertos que tuve como directora. En ellos los niños y niñas se sentían responsables y felices de la Naturaleza con la que tomaban contacto y la cuidaban con mimo. Allí, bajo la sombra de una carpa protectora y un bonito porche, organizábamos reuniones y charlas donde los familiares de los niños venían a charlar con los tutores sobre los progresos y las ayudas de sus pequeños y pequeñas.

También me acostumbré a convocar asiduamente actos académicos que yo misma presidía, como sesiones del Consejo Escolar y del Claustro de Profesores del Centro, para charlar sobre las evaluaciones, competencias, órdenes generales del día, temas cualesquiera… y si hacía buen tiempo, eran celebrados allí mismo en el porche. En estas convocatorias, revisábamos las obras que el Centro precisaba, se votaban, se decidían… así como los ámbitos económicos, los pagos, y todo el papeleo de certificados y documentos oficiales del Centro que yo tanto detestaba. Pura burocracia. Necesaria burocracia.
Y así se me fue pasando el tiempo, y fui muy feliz, y estaba muy bien pagado, todo hay que decirlo.
Pero lo mejor de todo, es que me gustaba pasar desapercibida a veces, y no ser tratada de “Doña Directora”, o de “Usted”, y pasear por el Centro que más que ser mío, yo era más bien de él. Y observar a la Comunidad… a los pequeños y pequeñas que reían, y eran felices aprendiendo con aquellas dinámicas, juegos y canciones tan didácticas que día a día íbamos aprendiendo, inventando y poniendo en práctica con sumo mimo y delicadeza… porque esas pequeñas mentes eran para nosotros como dulces campos de cultivo, que había que mimar, trabajar, fortalecer, dejar germinar… y luego recoger agradecidos y agradecidas todos, todos, sus frutos y cosecha... pues bastaba una sonrisa, un feliz grito de “¡he aprobado!” o una mirada cálida y un fuerte abrazo justo en Fin de Curso.

Y eso era lo mejor, que a pesar de haber pretendido preservar mi autoridad, ser una líder dominante pero dócil y afable, siempre llegaba a sus corazones, pequeños y fuertes, para enseñarles algo nuevo, y quedarme.

Porque para mí, eso era lo importante, que fueran felices en mi escuela y que se fueran siendo PERSONAS, no sólo buenos estudiantes.


2 comentarios:

María Dolores Díaz Noguera dijo...

¡¡¡¡Genial!!! Lo vemos y trabajamos en clase.

Inma Díaz Gavira dijo...

Gracias, cuando quieras! Pero se van a aburrir de mí a este paso :)

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